PLACER DEL PALADAR

LO MEJOR PARA TUS SENTIDOS

5 abr 2011

Mercados




Se dice que el principal mercado de España, y segundo del mundo, es Mercamadrid. Un pasaje de poco más de 1,50 euros a un mundo fascinante de mar y tierra, así es este macro-mercado madrileño. Un canalla escenario que madruga más que el alba y amanece con el graznar de las gaviotas. Todo en Mercamadrid, sobre todo cuando se pisa por primera vez, es fascinante: su lonja de pescado con esas piezas de peces inmensos expuestas para el mejor comprador; esos pasillos coloridos de frutas algunas exóticas y otras de nuestra tierra, sabrosas y bellísimas; ese territorio cárnico, escenario de una película de Scorsese...


Me fascinan los mercados y Mercamadrid me parece uno de esos que hay que visitar al menos una vez en la vida. Y desayunar en él, claro. Hay que desayunar o tapear en un mercado. Se dice que la materia prima la compran en el propio mercado, con lo que ya es un indicio de temporalidad y frescura, y que las elaboraciones suelen agarrarse en un recetario tradicional de los que ya se echan de menos en demasía.
De Madrid he viajado a Barcelona por otros menesteres, pero a esa hora inclemente en la que aterrizó el avión en la ciudad condal, servidora hizo su primera parada en La Boquería. Tenía tantos recuerdos de infancia dentro de este mercado que, sinceramente, hoy quedan en el recordatorio difuso de una niñez feliz. Nada es lo que era, y yo lo esperaba. Siguen siendo un mercado bellísimo, repleto de puestecillos cuidados y tentadores. Pero ya la materia prima se sirve en taper de frutas cortadas, aceitunas mediterráneas, bocados elaborados... preparados para el visitante de turno.


Todos son flashes buscando la inmortalidad del mercado catalán, la huella palpable del «yo he estado allí». Aun así, a pesar de que ya es más un escenario de turismo que un mercado de barrio, es fascinante. Busqué un lugar donde desayunar y no fui capaz de traducir la carta –de todo menos castellano- me quedé con un mal café y la tristeza del tiempo pasado.


De Barcelona a Valencia. Aquí sí, esto es un mercado. El Mercado Central de Valencia es uno de esos viajes deliciosos por los placeres de la vida: a un lado un puesto de venta solo de caracoles; al otro, hay quien vende patata morada francesa; un poquito más allá, un tendero se esconde detrás de un jardín aromático y a su lado, una señora canturrea la procedencia de la decena de huevos que lucen en su encimera... ¿Y la zona del mar? Piezas fresquísimas, navajas portentosas, gambas rojas de considerable porte, el salmón, los peces loro sonriendo y las anguilas vivas coleando... Francamente, creo que no hay un mercado como éste en toda España.










Valencia-Madrid. Último AVE. Poco más de hora y cuarto y ya estaba en casa. Un viaje con Estrella que ya os narraré. Por ahora, sólo le he robado el alma a los mercados, para recordarme de dónde soy cómo es la alacena de nuestra tierra. ¡Feliz Viaje!

Texto: Sara Cucala

Sobre la autora :
Periodista, filóloga y escritora. Desde hace años sus crónicas de viajes nacen de los aromas, las texturas y las esencias que emanan de la cultura de un país. Es autora de Desayunos en Madrid. Del Churro al Brunch (RBA. 2008), de Los Templos de la Tapa (RBA. 2009) y de la guía National Geographic Asturias (abril de 2010).


No hay comentarios: